10 de julio de 2020

Artistas de Portada · 4: ¡Esa mano, Roslaw!

Recientemente se han cumplido 40 años desde que los proclamados “Dioses del metal”, los británicos Judas Priest, lanzaron al mercado su sexto álbum de estudio, el imprescindible “British Steel”. A estas alturas, a poco metalero que seas, ya conocerás curiosidades, detalles y entresijos del disco de toda índole. Y si no, siempre puedes hacerte con un DVD homónimo que editó para Europa la productora Eagle Vision, que contiene un interesante documental sobre el disco… pero te traigo un dato que tal vez (y solo tal vez) no sepas aún… ¿De quién es la mano que sujeta la cuchilla en la portada?

Una de las portadas más emblemáticas de la historia del heavy metal, con esa mano sujetando peligrosamente una sobredimensionada cuchilla de afeitar de acero británico… Pues bien, la famosa mano no pertenece a ningún miembro de la banda, si no al propio diseñador de la portada, Rosław Szaybo.
Este caballero polaco, de gustos musicales más cercanos al jazz que al rock, fallecido en 2019 a la venerable edad de 85 años, contaba ya con 47 cuando puso la mano frente a la cámara para inmortalizar la imagen que pasaría a la historia del metal. Fue, además de pintor y fotógrafo, director artístico de la compañía inglesa CBS del 72 al 88, lo que le permitió diseñar infinidad de portadas de todo tipo de géneros. De los propios Judas Priest firmó también las artes de “Stained Class” y “Killing Machine”, así como (ojo, que ahí es nada) el mítico logo del grupo.


Os dejo un extracto de una entrevista que concedió a la revista polaca “Polityka” a los 79 años, en el que habla sobre la creación de la portada en cuestión:

Me reuní con su manager para la cena. Me dijo que las grabaciones aún no estaban listas, aunque si hubiera podido escucharlas, probablemente no hubiera cambiado nada, porque no conozco el heavy metal. Solo sabíamos el título: "British Steel" (…) Recordé cómo solía ir al bazar de Praga por navajas inglesas decentes. Las polacas se oxidaban rápidamente, y con las inglesas, con la inscripción "British Steel", podías afeitarte hasta cinco veces! (…) Durante la cena, sobre una servilleta, dibujé la mano sujetando la cuchilla. El manager del grupo quedó encantado, hubo aceptación. Luego solo había que implementar la visión. (…) En un ordenador, hoy lo haría en dos horas, pero como no existían, tenía que hacerlo todo por mí mismo. Empleé a un cerrajero quien hizo una réplica de la cuchilla según el tamaño que le indiqué, y es mi propia mano la que la sostiene en la fotografía original. (…) La portada de “British Steel” se alejaba de la estética de calaveras, motos y rubias desnudas, por lo que al sello discográfico no les gustó demasiado, pero la banda le respaldó y amenazaron con romper el contrato si no se utilizaba.(…) A veces me cruzo con jóvenes que llevan mis portadas en sus camisetas. Me pregunto qué pensarían si les dijera que yo diseñé el logo de su banda de metal favorita…”

Cuenta también cómo le decepcionaron los punks de “The Clash” cuando fueron a visitarle con su mánager para ver la portada que estaba diseñando para su primer disco “The Clash” y su única preocupación fue que no se les viera demasiado viejos en la imagen, que les hiciera más delgados y juveniles… Lo hubiera entendido de un cantante de moda, pero… ¿de un grupo punk?
Durante su época de director de arte en la editorial discográfica, creó obras para músicos tan reconocidos como Chicago, con la magnífica portada del “If you leave me now” (una maravilla, a mi escaso juicio), Bob Marley, Janis Joplin, Fleetwood Mac, Santana, Roy Orbison y un largo etcétera.

Una vez más, y como reflexión de despedida, queda patente como por inercia, y sin querer, atribuimos el mérito de la imagen de nuestros grupos favoritos al propio grupo, cuando en realidad, en la mayor parte de los casos, tienen que ver poco o nada. Suelen ser discográficas y agentes quienes deciden, sobre todo en los primeros trabajos del músico, y no siempre con acierto. Aunque casos como este, donde la banda defendió el arte del creativo, se demuestra el poder que tienen, aunque no siempre sean conscientes de ello, o no se atrevan a utilizarlo por miedo a perder un buen contrato.


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